Quizás una de las preguntas más comunes cuando se está charlando sobre cuestiones legales y alguien tiene algún conflicto.
En la percepción jurídica de la comunidad “meter un amparo” se parece mucho a la panacea y se le suele atribuír la virtud de solucionar todo casi mágicamente y en algunos casos parece ser la última opción ante una situación extrema.
Lo cierto es que la realidad es muy distinta y explicaremos brevemente en ésta nota el concepto del “amparo”, en qué casos procede y -más importante- en qué casos no procede.
Lo primero que hay que decir es que el amparo es un proceso judicial y no un mero trámite (por eso lo correcto es hablar de “acción” de amparo y no de “recurso” como muchas veces se dice erróneamente) y está pensado como un mecanismo jurídico excepcional.