En nuestro país, una enorme cantidad de gente “tiene las cosas a nombre de otro” (hablo de los que tienen algo, por supuesto).
Lejos de ser una característica propia de una clase cultural o económica, puede verse éste fenómeno en personas de cualquier clase social, motivadas por diversas razones: pagar menos impuestos, ocultarse de los acreedores, beneficiar a determinados familiares, prevenir futuros juicios, etc.
Muchas veces en estas operaciones se hacen “contradocumentos” (hablo de ellos un poco más abajo) que les hacen pensar a los protagonistas que están cubiertos.
En todo caso, con contradocumento o sin él, no deja de sorprenderme la aparente tranquilidad que suele tener la gente en éstos casos, desconociendo completamente los riesgos que se corren.